AUTOGUIADO «EL CAMPILLO»

Te damos la bienvenida al itinerario autoguiado del recinto del Centro de Educación Ambiental El Campillo. Aquí encontrarás elementos interpretativos que te ayudarán a descubrir los valores ambientales, históricos, y culturales de esta región. Nos encontramos en un entorno privilegiado donde la naturaleza se mezcla con la arqueología y con las tradiciones de otras épocas que todavía perduran ¿Te apetece conocerlo? ¡Empezamos!

Continuando el camino encontrarás en primer lugar el Bosque-cole. Se trata de un bosque de repoblación que nace de la idea de incluir a los más pequeños en el proceso de cuidado y restauración del Parque Regional del Sureste. Todos los árboles y arbustos que podéis observar en la plantación han sido repoblados en colaboración con los centros educativos que nos visitan a diario. Tras realizar una senda interpretativa con actividades integradas que muestran la importancia de los bosques, las especies presentes en El Campillo y el respeto por los mismos, así como la necesidad de preservarlos, se procede a su plantación. El bosque resultante nos ofrece un mosaico de especies arbóreas y arbustivas autóctonas representativas de los diferentes ecosistemas del sureste madrileño. En el mismo podemos encontrar: encina, coscoja, pino carrasco, taray, cornicabra, regaliz, majuelo, escaramujo, jara, lúpulo y madreselva.

Vuelve al camino principal y a continuación dirígete hacia el observatorio de fauna. Entra en silencio y sin hacer ruido… ¡así tendrás más opciones de observar algún animal! Siéntate, disfruta y mira a través de sus ventanas. Puede que al llegar no veas nada pero, se paciente, espera y seguramente en pocos segundos, si eres observador, verás algunas de las especies más comunes. Para ayudarte a identificarlas, tienes encima de la ventana un pequeño panel con dibujos identificativos. ¿Adivinas qué especies has visto?

Al salir gira a tu izquierda y te encontrarás ante una representación de un poblado de los primeros asentamientos humanos de la zona. Estas cabañas muestran cómo vivían las personas hace 4.000 años y pertenecen al Calcolítico (que proviene del griego y significa “chalko” = cobre y “lithos” = piedra) o Edad del Cobre. Este período de la prehistoria se caracteriza por sus grandes avances porque es cuando surge la metalurgia (hay fundición) y las piedras dejan de ser utilizadas al descubrir que el cobre era un material mucho más resistente y funcional. Estas cabañas se construían, generando la estructura de paredes y tejado encajando troncos en forma de vigas, trenzando seguidamente ramas más flexibles y acabando las paredes con adobe (una mezcla de barro y paja con los materiales que encontraban en la zona). En último lugar, se cubría el techo con ramas de taray, escoba u otro tipo de vegetación que estuviera al alcance.

Dejando las cabañas a tu espalda, baja por el camino siguiendo las indicaciones y llegarás a la Huerta Calamón, un lugar multifuncional donde dedicamos espacio tanto a la agricultura como al disfrute estético, pero sobre todo al aprendizaje. En nuestra huerta encontrarás espacios variados donde plantamos hortalizas, frutales, plantas culinarias, especies beneficiosas para la salud, plantas que atraen insectos polinizadores, y también elementos decorativos y graciosos adornos diseñados en nuestros talleres por el público que nos visita. En nuestra huerta didáctica se siguen los principios de la agricultura ecológica; cultivamos fomentando el uso de variedades tradicionales, haciendo asociaciones beneficiosas entre las plantas y rotaciones de cultivo, realizamos nuestro propio compost y fomentamos la fauna auxiliar con flores, plantas melíferas, y hoteles de insectos. Los fines de semana se realizan actividades familiares a las que puedes apuntarte y los grupos escolares lo visitan entre semana, pero si vienes por libre podrás disfrutarlo cualquier día. Y recuerda: la huerta está trabajada con mucho esfuerzo y cariño, por favor, no te lleves sus frutos, y así podremos llevar a cabo más proyectos educativos. 

Si sales de la huerta y subes hacia la izquierda te encontrarás la recreación a tamaño real de una hembra y su cría de la especie Elephas antiquus (o Palaealoxodon antiquus). Este elefante, antepasado directo de los elefantes actuales, vivió en la Comunidad de Madrid desde el Pleistoceno medio hasta el Pleistoceno superior, es decir, desde hace unos 775.000 años hasta hace 126.000 años aproximadamente, durante un periodo interglaciar en el que el clima era templado y predominaba un ecosistema boscoso. 

Estos elefantes llegaron a medir 4,5 metros de altura y a pesar más de 5 toneladas. Las defensas en los elefantes, conocidos generalmente como “colmillos”, podrían llegar a medir 3,5 metros en los machos. Estas defensas no son los colmillos, sino incisivos muy desarrollados que cumplen una función defensiva y alimenticia.

Los restos de esta especie fueron encontrados en 1971 en el yacimiento de Áridos, en las terrazas del Jarama, muy cerca de la Laguna de El Campillo. El yacimiento data de hace 400.000 años y se dividió en dos zonas en las que se encontraron los restos de una hembra de unos 35 años de edad (Áridos I) y a 150 metros de este, los restos de un macho de unos 45 – 50 años (Áridos II), cuyos huesos fosilizados se pueden visitar en el Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares. Además, en el municipio de Ciempozuelos se encontró la mandíbula de un juvenil de esta especie de elefante de entre 6 y 10 años.

Si vuelves al camino encontrarás la entrada del edificio del Centro El Campillo sutilmente camuflado en el entorno. Se construyó en el año 2.000 teniendo en cuenta las condiciones climáticas, aprovechando los recursos disponibles (sol, vegetación, viento, precipitaciones…) y buscando la adecuada orientación, la disminución del impacto ambiental y paisajístico y el menor consumo energético. Una vez dentro, podrás visitar los diferentes espacios que esconde: 

  • Zona de información general
  • Exposición permanente “Con el Parque: Los valores del Parque Regional del Sureste”
  • Exposiciones temporales
  • Sala de proyecciones
  • Salón de actos
  • Biblioteca de consulta
  • Exposición “Renueva tu energía”

Al abandonar el edificio y continuar por el camino que indica la salida del recinto verás unas vías de tren a la izquierda pertenecientes al Tren de Arganda. El trazado de este histórico ferrocarril fue inaugurado en el siglo XIX debido a la importante producción vinícola de Arganda, la explotación de canteras y sus relaciones comerciales con Madrid.

El primer tramo de sus estrechas vías recorría Madrid, desde el hospital Niño Jesús, hasta Arganda. 

A lo largo de los años se van ampliando tramos llegando a alcanzar, en su máximo recorrido,  Alocén (provincia de Guadalajara). El itinerario proyectaba llegar hasta Caminreal (Teruel), pero debido a la construcción del pantano de Entrepeñas, se procedió al desmantelamiento de las vías, quedando únicamente un tramo entre Vicálvaro y Morata de Tajuña (al sureste de Madrid).

Este tren ha pasado por múltiples cometidos como traslado de viajeros, transporte de delicias del sureste hacia la capital o acarreo de materiales de construcción de las graveras del Valle del Jarama a la fábrica de Cementos Portland. Durante su época de porte de pasajeros, se acuñó la popular frase: “El tren de Arganda, que pita más que anda”, ya que, debido a sus características técnicas, este tren alcanzaba alrededor de los 60 km/h únicamente.

En 1997 se acuerda suspender el tráfico de mercancías y se planea construir un medio de transporte público que conecte Rivas y Arganda con Madrid, a la vista de la ausencia de transportes ferroviarios, de la saturación de la carretera de Valencia y la perspectiva del fuerte incremento de demanda. De esta manera, en abril de 1999 se inaugura la ampliación de la línea 9 de Metro hasta la estación de Arganda del Rey, siguiendo buena parte del trazado del antiguo Tren de Arganda. 

Desde ese momento, la Asociación Vapor Madrid solicitó que se conservara un pequeño tramo del trazado original, desde La Poveda (donde hay un museo ferroviario) hasta la Laguna del Campillo, para así poder realizar exhibiciones con material original restaurado, durante todos los domingos de otoño y primavera.

La última parada del recorrido corresponde a la “Charca de anfibios”. Aunque puede albergar más fauna, está creada y diseñada para fomentar la presencia de estos animales, uno de los grupos de vertebrados más antiguos de la Tierra (apareciendo durante el Carbonífero, hace 350 millones de años aproximadamente) y cuyo ciclo vital depende completamente del agua.

Es en el medio acuático donde realizan sus puestas debido a que sus huevos, al contrario que pasa en reptiles y aves, no poseen una capa calcárea que les proteja de la desecación por efecto del sol. Además, de esos huevos salen los renacuajos que vivirán en el agua hasta que se produzca su metamorfosis total para transformarse en adultos.

Esta dependencia hace necesaria la presencia de láminas de agua para poder promover la presencia de estos animales. (A continuación el siguiente párrafo).

Desde El Campillo, se ha apostado por la creación de este tipo de charcas para promover la biodiversidad de anfibios, en consonancia con los objetivos del proyecto de Arco Verde de la Comunidad de Madrid, siendo El Campillo parte integrante de este proyecto.

Uno de los beneficios que nos aportan los anfibios es su gran consumo de insectos, y su consecuente regulación de plagas. Los anfibios también son uno de los mejores indicadores de calidad ambiental de un ecosistema.

Con esto damos por finalizada la visita autoguiada por el C.E.A. El Campillo.

¡¡¡Esperamos que hayas disfrutado del recorrido!!!

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