Adaptaciones al frío en animales vertebrados I

Con la llegada de las bajas temperaturas, muchos de nuestros hábitos cambian: ponemos la calefacción, salimos a la calle con abrigo, usamos guantes, cenamos sopas y bebemos líquidos calientes. Y lo hacemos por una razón: para mantener la temperatura de nuestro cuerpo en un rango de temperatura compatible con la vida. Al igual que lo hacemos para combatir al calor, los animales también tenemos adaptaciones y mecanismos para combatir el frío.

Durante el invierno aumentamos la ingesta de líquidos calientes. Fuente: Pixabay.

Las primeras adaptaciones que tienen los animales para combatir el frío son corporales, ya que están diseñados para vivir en los lugares que habitan. De manera general, como dice la Regla de Bergmann, los animales que viven en zonas frías son de tamaño más grande que los que habitan en zonas cálidas. Esto es debido a que en proporción, cuanto más grande es un animal, menos superficie corporal tiene para perder calor corporal.

También ocurre con las formas corporales, que son más redondeadas en zonas más frías ya que, en comparación con formas rectangulares, tienen menos superficie corporal. Además, al contrario que los elefantes (que tienen orejas grandes para airear su sangre y perder calor), los animales que viven en zonas frías tienen orejas y patas pequeñas, precisamente para lo contrario, para no perderlo.

El zorro ártico tiene patas y orejas más pequeñas que sus congéneres. Fuente: Pixabay.

Como dice el lema, «la unión hace la fuerza», y esa unión también sirve para luchar contra el frío. Algunas especies, durante la época de bajas temperaturas, forman grandes grupos. De esta manera, se ofrecen calor los unos a los otros y no todos están expuestos directamente a las bajas temperaturas. Es el caso del pingüino emperador en la Antártida el cual, gracias a formar grandes grupos de individuos, consigue sobrevivir y sacar adelante el período de incubación de sus huevos luchando contra vientos de 200km/h y temperaturas de casi -50ºC.

Un sistema más específico es el que presentan muchas especies de aves y mamíferos. Se trata de adaptaciones circulatorias en las patas que permiten que el calor se transfiera de los vasos sanguíneos que contienen sangre caliente hacia los que contienen sangre más fría evitando que el calor corporal se pierda. Podríamos decir que son intercambiadores de calor a contracorriente. ¿Cómo funciona? El calor de la sangre caliente que circula por la arteria descendiente es trasferido a la sangre venosa fría que sube de las patas. De esta manera se consiguen dos cosas. Por un lado que no se pierda calor por las extremidades (sobre todo las que están en contacto con superficies frías) y que la sangre que entra en el cuerpo de vuelta de esas extremidades no llegue fría, evitando el enfriamiento de los órganos vitales.

Esquema del flujo del intercambio de calor que se produce en las patas de algunos animales. Fuente: Ekann.

Otro sistema para mantener la temperatura que solo tienen los mamíferos es el tiriteo. Seguramente alguna vez que has tenido mucho frío tu cuerpo se ha puesto a tiritar. Esto ocurre porque con el tiriteo, tu cuerpo quema grasa y, a su vez, genera calor. Un calor que es aprovechado para aumentar la temperatura de nuestro cuerpo y mantenerlo en la temperatura óptima de funcionamiento.

Otro fenómeno muy común para el mantenimiento de la temperatura corporal es la «piel de gallina«. Aunque puede ocurrir por varios motivos, cuando lo hace como respuesta al frío, la piloerección consigue aumentar la capa de aire caliente alrededor de nuestra piel creando una capa protectora alrededor de nuestro cuerpo.

La conocida como «piel de gallina» es provoca por el erizamiento del pelo.

Existen muchos mecanismos más en el mundo animal para combatir el frío de los que os hablaremos en el futuro en nuestro blog.

2 pensamientos en “Adaptaciones al frío en animales vertebrados I

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